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Foto del Chipo

Chipos (Triatominos) en Distrito Capital y Estados vecinos

24/11/2021 por Hernán José Carrasco

Durante todo el año 2.020 y en particular a partir del inicio de declaración de Cuarentena por la Covid-19 (16/03/2020), hemos continuado recibiendo diferentes especias de chipos (insectos triatominos), trasmisores de la enfermedad de Chagas procedentes de distintas zonas urbanas del Distrito Metropolitano de Caracas, así como de los Estados Miranda y La Guaira. La gran mayoría de los insectos son de la especie Panstrongylus geniculatus. Esta especie tiene una baja capacidad de transmisión debido a que tarda en defecar luego de haber picado, habiendo una baja probabilidad que la persona pueda entrar en contacto con los parásitos (Trypanosoma cruzi) que se encuentran en las heces del chipo. Sin embargo han estado apareciendo otras especies de alto riesgo de transmisión de Chagas, tales como Triatoma maculata, la cual tarda poco tiempo para defecar luego de haber picado, así como la especie Rhodnius prolixus, insectos que defecan mientras se alimentan de sangre, situación que activa las alarmas ya que estas dos especies han sido encontradas por personas dentro de sus viviendas, esto es, apartamentos en pisos altos. Es muy preocupante el hecho de que en caso de R. prolixus, se encontraron formas juveniles (ninfas), con sangre en su tracto digestivo e infectadas con T. cruzi. Esta situación reviste una enorme preocupación y amerita la atención de las autoridades de salud a objeto de establecer las medidas necesarias de control epidemiológico. En lo que va del año 2.021 hemos seguido recibiendo chipos de diferentes especies, encontrándose la mayoría los insectos infectados y con sangre en el tracto digestivo, representando un alto riesgo de infección por las personas expuestas a la picada de estos insectos.

Se hace un llamado a la dirección de salud para tomar las medidas necesarias de control y prevención de transmisión de la enfermedad, así como un llamado a la población para estar alerta ante la aparición de estos insectos y en caso de encontrar alguno de ellos, acudir al Instituto de Medicina Tropical, Sección de Epidemiología Molecular, Universidad Central de Venezuela, Caracas.

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Situación del Chagas en Caracas

08/06/2019 por Hernán José Carrasco

Aviso a la Comunidad en General: El Instituto de Medicina Tropical (IMT), ante la situación de nerviosismo y angustia que se ha generado por el reporte de 3 Chipos encontrados en la Urbanización Colinas de Bello Monte, Municipio Batuta, es oportuno manifestar nuestra posición al respecto. En la Sección de Epidemiología Molecular del Instituto de Medicina Tropical, UCV, venimos trabajando sobre la presencia de Chipos en el Distrito Metropolitano de Caracas (DMC) y estados vecinos por más de 20 años. En nuestro trabajo identificamos las especies de chipos, se examinan para determinar si se encuentran infectados con el parásito Trypanosoma cruzi el cual causa la enfermedad conocida comúnmente como mal de Chagas. En el DMC predomina en un 98,6% respecto a otras, la especie de chipo cuyo nombre científico es Panstrongylus geniculatus. Este insecto al igual que las demás especies de chipos sólo transmiten el parásito a través de las heces fecales luego que el insecto se alimenta de sangre de cualquier animal incluyendo al hombre. Afortunadamente la especie que abunda en Caracas, el Panstrongylus geniculatus puede tardar entre media y una hora en expulsar las heces, haciendo muy improbable que las mismas sean depositadas cerca de la picadura, la conjuntiva del ojo, la boca o cualquier otra zona que le permita al parásito ingresar al organismo y posteriormente al sistema circulatorio donde invadirá el músculo cardíaco y otros órganos generando lo que se conoce como Chagas agudo. Lo importante es evitar entrar en contacto con las heces del chipo, por lo que no se debe aplastar y se recomienda atraparlo con cualquier recipiente y llevarlo vivo a la Consulta Externa del IMT para el registro formal del insecto, los datos de la persona que encontró el insecto y su posterior examen cuyos resultados los pueden obtener luego a través de la página web www.chipo.chagas.ucv.ve. El riesgo de transmisión por el Panstrongylus geniculatus es sumamente bajo pero hay que tomar medidas de prevención evitando su ingreso a las viviendas y revisando las habitaciones y las camas de forma rutinaria para detectar la posibilidad de encontrar este insecto escondido para picar durante la noche mientras la persona se encuentra dormida. Esta especie de chipo es esencialmente silvestres (su forma de vida es en la vegetación, huecos en los árboles o cuevas de roedores u otros animales silvestres). El insecto no se reproduce dentro de las viviendas a menos que encuentre las condiciones necesarias para hacerlo. Por lo general se retira de las viviendas luego de haberse alimentado de sangre para reproducirse en las áreas de vegetación. Esto hace que la fumigación dentro de las viviendas tiene poco o nulo efecto. Además los insecticidas comerciales tienen corto efecto residual (1 mes), y los insecticidas contra los Chipos (6 meses aproximadamente de efecto residual) solo lo maneja y distribuye el Ministerio de Salud y no hay en este momento en el país. Para cualquier información adicional se pueden comunicar a través de nuestra página web o directamente con el Dr. Hernán Carrasco, Jefe de la Sección de Epidemiología Molecular, IMT, UCV. Teléfonos 0212-6053546. Email: hjcarrasco@yahoo.com

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La enfermedad de Chagas

13/02/2018 por Hernán José Carrasco

La Tripanosomiasis Americana o Enfermedad de Chagas (ECh), nombrada así en honor al médico e investigador Carlos Chagas, quien describió la enfermedad en 1909, es causada por Trypanosoma cruzi, parásito flagelado que se transmite principalmente a través de triatominos, insectos hematófagos, que pueden compartir la vivienda con el hombre y mamíferos domésticos y silvestres.



La transmisión del parásito a los mamíferos y humanos, puede ocurrir a través de cinco mecanismos: a) transmisión vectorial, la más frecuente, ocurriendo cuando las heces del triatomino que contienen el parásito penetran al organismo mediante las excoriaciones en la piel de la víctima o a través de la herida que deja el triatomino al picar, b) vía transplacentaria, c) vía oral, por consumo de alimentos contaminados con heces del triatomino contentivas de T. cruzi d) por transfusiones de sangre u órganos a partir de donantes infectados y e) por accidentes de laboratorio.



La enfermedad de Chagas representa la principal causa de lesiones cardíacas en adultos jóvenes, económicamente productivos en los países endémicos de América Latina. Se ha estimado que en Suramérica, más de 15 millones de personas están infectadas con T. cruzi y entre 70 y 90 millones tienen un alto riesgo de contraer la enfermedad debido a su exposición a los vectores biológicos. Estas cifras también son alarmantes en Venezuela, puesto que es un problema de riesgo para aproximadamente 6 millones de personas que viven en 198 municipios de 14 entidades federales, dentro de un territorio de 101.488 km2; siendo los Estados más afectados Trujillo, Lara, Portuguesa y Barinas, a causa de sus características geográficas de pie de monte, presencia de zonas cafetaleras y construcción de viviendas de bahareque y paja, proporcionando así mayores ventajas para la infestación por triatominos hematófagos, como son Triatoma maculata, Panstrongylus geniculatus y Rhodnius prolixus, siendo este último el vector principal del parásito T. cruzi en Venezuela.



Aunado a esto, se ha demostrado que la migración humana de otras áreas endémicas, trasladando reservorios domésticos y vectores infectados con T. cruzi, al igual que la urbanización desorganizada, la deforestación y la irrupción en ciclos silvestres son elementos de riesgo que explican la emergencia y re-emergencia de la ECh en Venezuela. Es por esto que en las últimas décadas se ha propiciado el incremento de los contactos entre chipos infectados, seres humanos y los animales domésticos, ya sean de cría o mascotas. Tal es el caso del triatomino Panstrongylus geniculatus en el Caribe, Centro y Suramérica, el cual ha cobrado gran importancia al volar durante las noches desde la vegetación circundante o bosques hacia las viviendas.

En algunos casos la enfermedad transcurre silenciosamente donde el paciente, el personal de salud y la población en general pueden ignorar su existencia debido a la ausencia de síntomas y signos que demanden atención médica. Esto conlleva a que una gran proporción de los infectados sean desconocidos, a pesar del avance en materia de diagnóstico y manejo de la enfermedad de Chagas. En consecuencia si no se piensa en la enfermedad, esta puede transcurrir libremente y solo detectarse cuando los daños fisiopatológicos provocados se tornan irreversibles.

En cuanto al diagnóstico de la enfermedad de Chagas, éste depende de la fase de la enfermedad en la cual se encuentre el paciente, así los métodos parasitológicos son sensibles y específicos en la etapa aguda de la infección debido a la alta parasitemia que se produce al inicio de la misma. Si bien se sabe que los pacientes que cursan la etapa crónica de la infección pueden presentar picos de parasitemia, los métodos de elección en esta etapa son los serológicos, debiéndose realizar por lo menos dos o tres técnicas diferentes para hacer el diagnóstico del paciente chagásico. Los síntomas de la enfermedad de Chagas pueden variar en gravedad según la zona geográfica, lo que hace pensar que existen diferencias en la virulencia de los aislados circulantes. Una vez que el parásito penetra las células que circundan el sitio de la infección, y completa uno o varios ciclos de replicación intracelular, pasa al torrente sanguíneo en donde puede alcanzar diversas células del huesped, sobre todo las de bazo, hígado y músculo cardíaco. También puede establecer un primer contacto con los macrófagos y ser fagocitados. T. cruzi evade este primer contacto con la respuesta inmune, escapa de la vacuola fagocítica y se replica en el citoplasma de los macrófagos. La morbilidad y la mortalidad pueden variar dependiendo de la carga parasitaria y del genotipo del parásito ingerido.

Aproximadamente entre el 50% al 70% de todas las personas infectadas cursan la fase crónica indeterminada o asintomática, de ellas sólo un 30% se mantiene así por el resto de su vida, mientras que las otras pueden evolucionar la enfermedad en un lapso de 10 a 30 años, de la forma crónica indeterminada a cardiopatía crónica.

Los individuos sintomáticos pueden presentar: fiebre, que suele persistir por un periodo de dos a cuatro semanas, signos de puerta de entrada o chagoma de inoculación. Cuando la infección se produce cerca del ojo se puede originar el signo de Romaña (edema bipalpebral, unilateral, duro, dacreoadenitis y adenopatía satélite); otros síntomas son: cefalea, anorexia, malestar, mialgias, debilidad, náuseas, vómitos, edema, diarrea, hepatomegalia, esplenomegalia y linfoadenopatía local o generalizada.

En este periodo puede haber compromiso cardíaco, que se manifiesta como una miocarditis. El paciente puede presentar taquicardia e hipotensión, a veces existe ritmo de galope y en algunos casos pueden llegar a insuficiencia cardíaca congestiva. En menos del 5% al 10% de los casos sintomáticos de la fase aguda puede ocurrir muerte como resultado de miocarditis severa o meningoencefalitis, o ambos.